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Violencia doméstica y de género en la cuarentena preventiva ante el coronavirus COVID-19
Martes, 17 de marzo de 2020
Las medidas de confinamiento y cuarentena adoptadas por casi todos los países del mundo como estrategia preventiva de la infección generalizada por el coronavirus COVID-19, comportan numerosos problemas, sobre todo a las familias, derivados de esta realidad. Los expertos han destacado la posibilidad de aparición gradual de problemas psicológicos, del estado de ánimo, del bienestar e incluso de alteraciones de la salud mental que se pueden derivar de esta situación que, en términos generales, es muy estresante por los efectos amenazantes de la infección y las expectativas inciertas de la misma. Y, atendiendo al espíritu preventivo, han recomendado acciones para evitar estas consecuencias indeseadas de la reclusión forzosa.
Pero además de los problemas individuales en la salud mental, la situación de confinamiento y cuarentena comporta un importante aumento de los factores de riesgo de la violencia intrafamiliar y de género. Dichas medidas afectan a la conflictividad familiar, desencadenan, incrementan y sostienen el riesgo violencia entre miembros de la familia. No es solo una especulación pesimista, es una predicción razonable que ya se ha traducido en datos. En el país donde más experiencia se tiene para combatir la infección del coronavirus, China, la prensa ha publicado informaciones acerca de aumentos relevantes de la violencia intrafamiliar (en todas sus variedades: de pareja, paterno-filial, sexual, etc.) en las regiones con medidas de confinamiento más rigurosas.
La República Popular China es un país con elevadas tasas de violencia doméstica, pero éstas, ahora, se han visto incrementadas. Wan Fei, el fundador de una ONG para combatir la violencia doméstica en China ha declarado que, en la provincia de Hubei, epicentro del brote del COVID-19, las denuncias ante la policía por agresiones machistas se han triplicado en febrero, en comparación con las del año 2019. Los activistas han denunciado que la policía desoye y minusvalora estas situaciones y ponen de manifiesto que no se toman en serio estas quejas, dejando en grave riesgo de violencia a muchas mujeres en contextos de aislamiento y a merced de los agresores en sus domicilios. De acuerdo con el último estudio de la prevalencia de la violencia contra la mujer en China, del año 2016, ésta alcanza el nivel del 30%.
También la revista estadounidense TIME informa que, los efectos de la infección por coronavirus, tienen un impacto especialmente grave en las familias monoparentales atendidas por una mujer, ya que sus recursos son menguados para hacer frente a la situación de confinamiento. La Fundación Fuller, que se ocupa de atender a mujeres de familias monoparentales en los USA, informa de que las mujeres están diferencialmente representadas al alza entre las víctimas de la infección, puesto que sus trabajos y realidades personales las exponen con más intensidad a las infecciones (personal sanitario, de servicios, etc..).
La realidad de la violencia sexual – violaciones y abusos sexuales de distinta gravedad – ya ha aparecido en momentos de crisis social y en centros de acogida de refugiados. Este tipo de violencia, también contra los menores, acontece en los movimientos masivos de migrantes en Europa y nos han de poner en alerta ante este tipo de problemas que hay que prevenir. Así mismo, otras circunstancias excepcionales que motivan la concentración forzosa de personas también favorecen este tipo de violencia, como sucedió con las violaciones que se produjeron en el estadio SuperDrome, donde se acogió a 10.000 ciudadanos que huían del huracán Katrina en New Orleans, en 2005.
En España, los responsables del Ministerio del Interior que gestionan el protocolo VIOGEN de prevención de la violencia de género, ya han empezado a revisar los cambios producidos en el riesgo de violencia contra las mujeres y sus hijos debido a esta situación. La obligatoriedad y generalización del confinamiento conlleva un aumento del riesgo de malos tratos que hay que gestionar de forma eficaz. Así, las soluciones que se planteaban con frecuencia, como la separación y el alejamiento autoimpuesto, ahora son mucho más difíciles de ejecutar. Es importante que todos los operadores que trabajan en la prevención de estos tipos de violencia tengan, también, activada la monitorización y supervisión de los casos conocidos para intervenir de forma inmediata si la situación lo requiere.
Es muy probable que los distintos tipos de violencia doméstica e intrafamiliar, entre los que se incluyen las diferentes formas de violencia sexual infantil, se incrementen por las situaciones de confinamiento – especialmente por el aumento de los problemas de convivencia y la intensa interacción intrafamiliar – y ante ello es necesario tener clara la decisión de actuar preventivamente.
Conviene, a lo largo del confinamiento, reducir las situaciones de conflicto familiar, evitar dejar a los niños, niñas y adolescentes a cargo de personas que puedan suponer un riesgo para la comisión de cualquier tipo de abuso o maltrato hacia los menores, reducir el desorden en los hábitos de convivencia, evitar el incremento del consumo de alcohol, drogas y otras sustancias tóxicas, así como del visionado de programas de televisión o por internet de contenido sexual y violento y, por supuesto, de impedir todas las formas de violencia sexual cuya probabilidad de aparición aumenta en estos momentos por el incremento sustancial del uso de las redes sociales, como pueden ser el acoso sexual, la sextorsión o el grooming.
Hay que disponer en casa (sobre todo si ya existen antecedentes de violencia doméstica) y al alcance de todos los miembros de la familia, los recursos básicos (teléfonos de emergencias y ayuda policial) para usarlos en caso de necesidad. Afortunadamente, la sociedad cada vez es más consciente y muestra un rechazo generalizado de la violencia en todos sus formatos. Tener presentes dichos riesgos en la familia y otros grupos convivientes en este momento nos ayudará a prevenirlos de forma eficiente.
PrevenSI.